Este discurso constituyó un ejercicio de la Cátedra de Matemáticas de la Real Academia del mismo nombre. En él el autor defiende la idea de que las Matemáticas constituyen una disciplina esencial para cualquier ciencia o disciplina, y asimismo que resulta igualmente determinante en las artes y la literatura. No obstenate, lo que propone es, por una parte, una defensa de filósofos como Gasendo, Descartes, Condorcet, Cousin y otros porque su metodología científica, basada en la demostración, constituye una nueva filosofía que ponía fin al Escolasticismo y, por otra, que disciplinas como la Geometría y la Óptica, dada su vinculación con el conocimiento de la naturaleza aportan a la Retórica y la Poesía un mayor caudal de imágenes y de recursos para alimentar la fantasía de los autores.
Así pues, parte del convencimiento de que las Matemáticas, consideradas por extenso, ocupan el primer lugar entre las ciencias naturales y que influyen directamente sobre la perfección de la Elocuencia. En realidad, los censores que revisaron su disertación, manifestaron que más bien debería haber hablado de Retórica, puesto que lo que argumenta es que los fenómenos naturales (vientos, borrascas, el curso de los ríos, etc.) inspiran imágenes y pensamientos nobles al orador. La naturaleza y, en su opinión, por extensión las Matemáticas como ciencia general de la misma, alimentan la sensibilidad de los poetas y oradores con las imágenes que ofrecen. En cierto modo, su teoría viene a constituir una defensa de los planteamientos acerca de la relación entre lo asombroso natural y lo sublime en poesía que se defendieron en el siglo.
En resumen, sintetiza su parecer en los siguientes puntos:
Convenzámonos, pues, de que el estudio de las ciencias exactas influye directamente en la perfección de la Elocuencia: lo primero porque suministra al orador ideas grandes y sublimes; lo segundo porque le excita la sensibilidad del corazón; lo tercero porque le da a conocer los límites y fuerzas de la naturaleza; lo cuarto porque le da reglas para dirigir su voz; lo quinto porque le rectifica el entendimiento y le enseña en qué consiste el verdadero método y lo sexto porque le ofrece un nuevo lenguaje con que enriquecer la Elocuencia (pp. 34-35).
Respecto de la poesía, encuentra en la admiración de la naturaleza el fundamento del arte, así como el origen de la creación en el poeta de imágenes fantásticas, que no por ello deben dejar de ser verosímiles como argumenta siguiendo a Aristóteles o Luzán.