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Identificación

Le danger des mauvais livres ou Sermon sur l'Apocalypse X, v. 10

Jean Isaac Samuel Cellerier
1806

Resumen

Jean Isaac Samuel Cellerier (1753-1844) fue un teólogo francés muy conocido por sus sermones y su Hermenéutica bíblica. El texto, al que precede una «Advertencia», está concebido en principio para alejar a los jóvenes catecúmenos del daño que les causan las obras licenciosas que inoculan en las almas el veneno de la impiedad y del vicio (p. iii). Pero también debe servir a los padres y las madres para que extremen la vigilancia de sus hijos. En conjunto, se propone utilizar citas bíblicas para dar una idea de los males que pueden provocar las lecturas mal elegidas, las impresiones que pueden dejar en el espíritu y las circunstancias que aumentan el daño. Y expresa con toda claridad el temor hacia las obras de ficción por la falta de control que se podía ejercer sobre el efecto de estas lecturas consideradas frívolas. 

En la primera parte de este sermón explica que los malos libros provocan graves consecuencias por la sedución a la que someten a los lectores causando una profunda impresión en su ánimo. Comenzando así por las lecturas que le parecen menos dañinas, se refiere a aquellas obras de imaginación que respetan la decencia y que, al menos, pretenden hacer amar la virtud. Son, no obstante, muy excepcionales y, por si acaso, poco recomendables. No se obtiene de ellas fruto alguno porque solo halagan el gusto por lo maravilloso e incitan a igualarnos con los héroes imaginarios (p. 9). Entonces corrompen el gusto y la sensibilidad toma una dirección fatal que altera la moralidad:

Su primer efecto es eliminar el gusto por lo que es sólido y verdadero. La verdad parece fría e insípida al lado de la brillantez de la ficción; pronto pierde su atractivo para un espíritu que se acostumbra a este peligroso pasto. Ávido de emociones, de escenas extraordinarias y conmovedoras, ya no saborea las lecciones de la historia, los consejos de la moral, las dulces exhortaciones de la piedad.
Y eso no es todo, a fuerza de ocuparse de ilusiones y deseos quiméricos, cree que puede verlos hechos realidad, se transporta a otro universo, se convierte en un extraño para el mundo en que vive. Así, comienza a alterarse esta facultad de hacerse una idea exacta de los objetos que nos rodean y de sus relaciones con nosotros. Esta preciosa facultad más necesaria incluso que la virtud para nuestra felicidad temporal o al menos para nuestra situación exterior. 
Vivimos y actuamos ciegamente, a riesgo de ser engañados; es incluso verosímil que lo será. Un espíritu de este tipo tiene una inclinación secreta por lo falso; las formas simples de rectitud y franqueza son menos de su agrado que las enfáticas de la impostura. Un seductor le parecerá un hombre honesto y sensible, creerá ver un amigo delicado y generoso en un embustero que quiere sorprenderle... ¿Quién se atreverá a calcular las consecuencias de tales malentendidos, sobre todo al principio de la vida? (pp. 10-11).

La confusión entre realidad y ficción constituye la idea central del discurso, pues constantemente alude a la comparación entre el lector y los personajes imaginarios que le conducen a un mundo irreal y a una vida inexistente. El talento del autor consiste, según asegura, precisamente en eso, en generar una falsa impresión de realidad que se traslada a la propia vida. 

De todo ello, deduce que estas lecturas no son sino una pérdida de tiempo en la edad en que debe emplearse el tiempo en la instrucción. Las mujeres y los jóvenes han encontrado en ellas no solo consuelo, sino una escuela para volverse menos tolerantes y sumisos:

¡Cuántas esposas y madres, al intentar tratar de engañar con estas obras el sentimiento de sus penas secretas, han agravado este sentimiento volviéndose más sensibles a los agravios que tuvieron que soportar, menos indulgentes con las faltas que debían ocultar y tal vez descuidando el cuidado de su hogar, de sus hijos, les han cerrado una fuente de consuelo más real y conmovedora! ¡Cuántos jóvenes, buscando distraerse para compensar las privaciones que les impone una fortuna escasa, una situación oscura, han hecho estas privaciones más crueles, se han encontrado, después de considerar estos brillantes cuadros, más insatisfechos con su estado, menos aptos para cumplir con sus deberes! (pp. 15-16).

Visto de este modo, la lectura tiene un efecto revolucionario. Altera las conciencias y despierta la percepción del mundo. Y eso que no habla de libros impíos, todavía más peligrosos. Lo malo de los libros frívolos es que seducen el corazón, de modo que se provoca que las virtudes tal y como la fe las transmite se corrompan (p. 22). Como consecuencia, la inmoralidad se instaura en las sociedades y con ella la incredulidad. 

El problema que aborda en la segunda parte es doble: por un lado, la multitud de obras de esta naturaleza a las que la sociedad está expuesta y, por otro, la extrema facilidad con que puede sucumbirse (p. 24). Considera que en cualquier libro, trate de la materia que trate, se esconde el veneno de la impiedad. Es lo que denomina «la incredulidad triunfante»: máximas destructivas de todo orden reunidas con pinturas lascivas (p. 25). 

Si bien admite que existe una necesidad y un gusto en el siglo por la lectura, propone que se lean  los libros santos. La multiplicación de bibliotecas, de gabinetes de lectura facilitan este gusto peligroso (p. 27). Es la ruina de toda Europa.

El escrito termina con una «Peroración» en la que apela, en primer lugar, a los cristianos a los que conmina a elegir bien los libros para conducirse con honestidad; en segundo lugar, a los padres y las madres para que prohíban a sus hijos las lecturas peligrosas evitando la curiosidad por aquello que no deben leer o por las conversaciones indiscretas; en tercer lugar, a los jóvenes, para que piensen en sus intereses presentes y eternos, y finalmente a los eclesiásticos para que alejen a los fieles de las lecturas dañinas. 

Descripción bibliográfica

[Cellerier, Jean Isaac Samuel], Le danger des mauvais livres, ou Sermon sur l'Apocalypse X, v. 10, Genéve: J. J. Paschoud, 1806.
iv, 44 pp.; 8º. Sign.: MDZ, OCLC 166083205.

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Cita

Jean Isaac Samuel Cellerier (1806). Le danger des mauvais livres ou Sermon sur l'Apocalypse X, v. 10, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<https://bibliotecalectura18.net/d/le-danger-des-mauvais-livres-ou-sermon-sur-lapocalypse-x-v10> Consulta: 15/01/2025].