El teólogo jesuita e historiador de la iglesia Francesco Anatonio Zaccaria (1714-1795) publica en 1777 este tratado cuya razón de ser explica en el «Prefacio». Se trata de un texto que obedece a la necesidad de justificar el proceder inquisitorial de la Iglesia y, de paso, enseñar a los católicos a apartarse de lecturas que se juzgaban perniciosas, en particular las que procedían de autores y políticos heréticos o libertinos. Exculpa a la Iglesia de las prohibiciones realizadas por más que escritores fanáticos como Voltaire hayan arremetido contra ella.
La obra surge para rebatir tantos errores como, a su juicio, se han difundido. Los autores contra los que dirige sus ataques son, entre otros, Johhan Nikolaus von Hontheim que, bajo el seudónimo de Justinus Febronius, pretendía menoscabar la autoridad del Papa Pío VI a quien Zaccaria defiende con vehemencia. El libro se divide en dos partes: una historia de las prohibiciones de libros ordenada cronológicamente en siete épocas y un segundo libro que contiene tres disertaciones. La primera trata de la necesidad de prohibir libros en la que la religión aparece como argumento inviolable para hacerlo; la segunda disertación defiende la potestad de la Iglesia para continuar con la prohibición de libros y en la tercera intenta defender la calidad e imparcialidad de los censores romanos frente a las acusaciones de haber abusado de su potestad. Concluye la obra con un apéndice en el que aclara cinco cuestiones contra el parecer expresado en 1771 por Antonio Arnaldo contra Martino Steyaert y un útil índice alfabético.
En líneas generales, el texto, aunque está más dirigido a proteger a la Iglesia que a educar al que al lector común, se inscribe en la línea de pensamiento que se encuentra en el Obispo de Parma, Adeodato Turchi, y en su Homilia contra la lectura de libros prohibidos.