Tomás de Iriarte (1750-1791) publicó en 1777 esta traducción en silvas del Arte poética de Horacio precedida de un «Discurso preliminar» y acompañada de unas notas explicactivas. Más allá de informar acerca de las razones por las que, a su juicio, procedía traducir nuevamente la poética de Horacio, justifica su traducción por entender que constituye uno de los tratados más apreciables de la antigüedad y porque las versiones realizadas en el siglo anterior por Vicente Espinel (1591) y por el jesuita Joseph Morell (1684) incurren en imperfecciones métricas y en numerosos errores de lenguaje e interpretación. En mayor estima tiene los comentarios de Francisco Cascales en sus Tablas poéticas (1617), aunque no deja de censurar que se trate tan solo de una selección de versos.
La traducción iriartiana se fundamenta en el conocimiento de las ediciones del texto horaciano, a cuyos traductores recurre para una autorizada comprensión del original, y en la inclusión de palabras y aun versos «para dar mayor claridad y fuerza a la expresión» (p. xlviii). La versión, un tanto licenciosa en función de variaciones métricas y de aclaraciones léxicas, le inclina a explicar en las «Notas y observaciones» finales las razones por las cuales el traductor ha de apartarse en ocasiones del original.
El texto mereció los comentarios poco favorables de López de Sedano al final del volumen IX del Parnaso español (1778) y la contestación de Iriarte en el conocido folleto Donde las dan las toman (1778). Cabe recordar que el volumen primero del Parnaso español (1768) se inicia precisamente con la traducción del Arte poética de Horacio realizada por Vicente Espinel. Algún tiempo después, López de Sedano publicó los Coloquios de la Espina entre D. Tirso Espinosa, natural de la ciudad de Ronda, y un amanuenese natural de la villa del Espinar, sobre la traducción de la Poética de Horacio hecha por el Licenciado Vicente Espinel, u otras espinas y flores del Parnaso español (1785), también manifestando su crítica al texto irartiniano.