Este tratado, atribuido por Babier en su obra Œuvrages anonymes (IV, p. 807) a Charles-Louis Bardou Duhamel, autor conocido por su obra L'etoile flamboyante ou La societé des francs-macons (1766), constituye una exposición razonada acerca de cuál es la metodología más adecuada para obtener provecho de las lecturas.
En el «Discurso preliminar» titulado «Sobre la ejecución del propósito del libro y sobre su utilidad», el autor señala que nadie se creerá tan presuntuoso como para pensar que sin los libros puede ser experto en las ciencias o en las artes liberales. Por el contrario, en ellos se encuentran las mejores páginas de elocuencia, poesía o filosofía y también se hallan en los libros las reflexiones y pensamientos más importantes de todas las disciplinas y saberes. Las luces propias deben ilustrarse con la experiencia y el conocimiento de los siglos para poder avanzar. Y por eso las autoridades antiguas (Séneca, Quintiliano) y las modernas (v. gr. Sauhin, autor de un pequeño tratado en latín sobre cómo leer con utilidad, o Rollin) defienden la necesidad e importancia de la lectura.
Pero este convencimiento debe acompañarse de una metodología adecuada para poder obtener el provecho correspondiente. Siguiendo al padre Sauhin de la Compañía de Jesús, Bardou-Duhamel explica, en primer lugar, que el lector debe aplicarse para comprender bien el tema de la obra, para no perder de vista el deseo del autor y el argumento, y para percatarse de cuál es la relación entre las partes. Debe, en segundo lugar, observar cuáles son los pensamientos principales en relación a las costumbres que promueve y las ventajas que ofrece para la formación de su propio espíritu. Finalmente, ha de prestar atención al estilo.
Recomienda, como realizan otros manuales de similar condición, extraer los principales pensamientos que se encuentren en los libros, de manera que la lectura comporta un acto consciente, meditado y complejo, junto con la búsqueda de una utilidad que relega a los libros que carezcan de esa condición. De ahí nace su propuesta metodológica. Siguiendo de cerca a Charles Rollin (1661-1741) en su conocido como Traité des Études (1726-1728), enseña a sus lectores a afrontar la lectura realizando sucesivas operaciones. Estas consisten básicamente en resumir, analizar, formar un índice y entresacar los extractos más provechosos de acuerdo con la profesión que se ejerza porque de este modo se obtiene de un solo vistazo lo que merece ser retenido.
Considera que ni los antiguos ni los modernos han avanzado mucho en sus recomendaciones sobre la manera de leer. En consecuencia, el sistema que propone para leer con utilidad se funda en cuatro operaciones: concebir e interpretar, sintetizar, desarrollar y juzgar (p. xj). La primera, esto es, interpretar consiste en decidir o comprender la exposición y el razonamiento del libro en cuestión; sintetizar piensa que es una acción que se hace de foma natural y que consiste en retener lo esencial; y desarrollar supone profundizar en lo leído, para lo cual es necesario estudiar el plan de la obra y los pensamientos de las partes que la componen. Finalmente para juzgar y, sobre todo para hacerlo sanamente, conviene conocer bien el contenido y ser capaz de apreciar cuáles son las cualidades y los defectos de una obra. Continúa el «Discurso preliminar» explicando en detalle cada una de estas operaciones.
Con estas observaciones Bardou-Duhamel pretende que el lector esté atento y que, como él mismo hace, distinga entre el orden general, el orden de las partes y el orden de los pensamientos, es decir, focalice su atención en la estructura del discurso y en el interés de las ideas. Y para facilitar el trabajo al lector explica en qué consiste cada una de las operaciones aportando ejemplos interesantes con los que pueden ejercitarse los futuros lectores. En cuanto al juicio, diferencia en su tratado cuatro especies distintas de discurso: el oratorio, el poético, el histórico y el dogmático. Propone siempre que el lector realice junto con él, en calidad de maestro que guía a los discípulos, las diferentes operaciones que habrán de ser las mismas que realicen los autores.
Con todo, Bardou Duhamel supone que los jóvenes habituados a la lectura, que releen y meditan sobre lo leído como les propone, acabarán por seguir el método que han utilizado los grandes hombres tanto para la lectura como para la composición de obras. Se acostumbrarán así a valorar lo esencial y penetrar en las ideas, a la vez que serán capaces de juzgar lo leído distinguiendo las ideas falsas de las opiniones veraderas.
A este respecto, se pregunta si un hombre así preparado podrá abrazar el estado eclesiástico. Al igual que Fénelon y Bossuet compusieron según aprendieron a leer, los discursos, sermones y homilias que sigan ese orden preestablecido, consistente en elaborar un plan, ordenar los pensamientos y desarrollar las materias que traten, lograrán sus propósitos. Es el método, señala, que siguen los massillons (p. xxxiij). Y lo mismo sucederá con quien quiera ejercer de abogado o tenga algún cargo en la administración pública. Sus principios metodológicos tienen una aplicación teórico-práctica universal que compete tanto a los autores como a los lectores.
Sobre estos planteamientos Bardou-Duhamel organiza las tres secciones que componen el primer volumen de su tratado y que constituyen las tres fases iniciales del trabajo autorial y lectorial: la concepción o preparación de lo que se escribe o lee, la síntesis de las ideas y el desarrollo lo leído. En todos los casos, propone ejemplos que guían a los jóvenes para realizar con éxito cada una de las operaciones.
No obstante, el proyecto que ofrece resulta muy ambicioso, además de complicado en su ejecución. Por ello, aunque intenta solventar las dificultades que pueda encontrarse el lector ofreciendo constantes ejemplos que prevé que sirvan para comprender los textos y sobre todo para adentrarse en la naturaleza de los discursos.