El volumen III se dedica a las Buenas Artes entre las que incluye las Bellas Letras, la Música, la Pintura, la Escultura y el Baile. Se añaden cuatro digresiones: sobre los ejercicios, sobre las artes y ciencias que no pertenecen a la erudición, sobre las artes y ciencias frívolas y sobre las escuelas, colegios, universidades y academias. La inclusión de todas ellas bajo la denominación de Buenas Artes la explica porque son entendidas como artes liberales.
Comprende por ello una teoría poética en la que deja constancia de cuáles son los principios de imitación, veromilitud, gusto y genio que deben ser tenidos en cuenta por los poetas. Las reglas del arte resultan incuestionables pues «la razón ha dictado estas reglas, así que todo el que aspire a sobresalir en el arte de la poesía no deberá ignorarlas» (p. 193). La imaginación, en consecuencia, debe procurar superar las restricciones impuestas por el arte. A este respecto, manifesta que no siempre puede someterse a ellas la creación: «[...] leed estas reglas, pero olvidadlas algunas veces en la práctica» (p. 193).
Para más información general de la obra, consúltese el volumen I.