El autor de esta obra fue el jesuita navarro Miguel Elizalde de Urdiroz, revisor del Santo Oficio. En el texto se opone a la postura defendida por Joaquín Lorenzo Villanueva para quien la Iglesia podía levantar la prohibición de la lectura de las Sagradas Escrituras cuando las circunstancias lo aconsejaran. A lo largo del texto analiza los errores de interpretación que encuentra evitando incluso prologar la obra. Reprocha a Villanueva que no sea fiel a los textos que cita ni a los autores que impugna. Se presenta como una obra de erudición que pone en entredicho el dogmatismo interpretativo de Joaquín Lorenzo Villanueva.
Según reza en su expediente de censura, en 1794 se prohibió su venta, el mismo año que Villanueva publica su respuesta en las Cartas eclesiásticas (1794).