La Poética de Aristóteles aparecida de las prensas de Antonio de Sancha en 1778 fue la primera traducción española de esta preceptiva en el siglo XVIII. Junto a la versión al castellano, la edición contenía el texto griego, su versión latina, y unas anotaciones del erudito neerlandés discípulo de Escalígero, Daniel Heinsio (1580-1655), así como las del abad Charles Batteux (1713-1780). La traducción al castellano fue revisada por el catedrático de griego de los Reales Estudios de San Isidro y académico de número de la Real Academia Española (1802-1816), Casimiro Flórez Canseco (1744-1816).
No tratándose de una nueva traducción, recupera la primera vertida al castellano, obra de Alonso Ordóñez de Seijas y Tobar, aparecida en 1626, si bien Flórez Canseco se permitió alterar su orden original siguiendo la traducción latina de Heinsio (García Yebra 2018, 52). También precisó que había realizado enmiendas a la traducción de Ordóñez, además de haber tenido que completar unos pasajes cuya comprensión se veía afectada por la oscuridad del texto original. Estas enmiendas son señaladas, según el editor dieciochista, en el cuerpo crítico del texto. Con todo, García Yebra (2018, 56) señaló que su labor de enmienda pudo ser aún más exhaustiva de lo que en realidad fue y Patiño Loira ha ratificado recientemente que la presente edición revisada por Flórez Canseco es, más bien, una versión «ligeramente enmendada» (2020, 220).
Dejando de lado las particularidades del texto, se trata de un hito en la recepción, la trasmisión y la tradición del aristotelismo en España. Tras sus primeras incursiones en el pensamiento teórico hispánico de la mano de sus traductores, comentaristas y glosadores italianos, la influencia de la Poética nutrió las letras hispanas por medio de Alonso López «el Pinciano» (c. 1547-1627) en su Philosophia antigua poetica (Madrid, 1596), seguido por Francisco Cascales (1563-1642) en las Tablas poéticas (1617) y las Cartas filológicas (1634). El propio Flórez Canseco incide en que el texto de Aristóteles era, no obstante, rarísimo y apenas conocido en el momento de aparición de esta nueva edición. Ello no quiere decir que se desconociera el universal nombre de Aristóteles y su obra, sino que esta nueva edición fue presentada en un contexto en el que la producción literaria española estaba afectada de los excesos literarios de la etapa del Barroco, conocida por su escaso aprecio por las normas de composición poética clasicista.
Desde aquel periodo hasta el siglo ilustrado, distintos hombres de letras señalaron la pobre situación de las letras españolas, debido al olvido de las reglas de poesía, en especial, las de Aristóteles. La nueva edición de la Poética de 1778 responde, por tanto, a este interés pedagógico por resituar en el centro del sistema teórico-literario las normas de composición del texto aristotélico garantizando su acceso a los poetas de la nación. De tal modo lo expresa Flórez Canseco en un breve prólogo que precede a la Poética.
El «Prólogo» aclara tanto los criterios de esta nueva edición como los indicios que la motivaron. Sitúa, en primer lugar, la literatura griega como la manifestación artística de mayor gloria, cuyo conocimiento e instrucción promueven la imitación y favorecen felices resultados poéticos como los vistos en los poetas españoles del siglo XVI. Concebir la composición literaria sujetándola a «las justas reglas de los antiguos» se constata como una garantía para ofrecer un resultado digno de la gloria literaria de la nación; si se hace lo contrario, el poeta ignora el buen juicio literario y se presta a «los aplausos del vulgo, cuyo gusto con la abundancia de malos libros de romances y aventuras estaba pervertido, y se pagaba solo de lo muy sutil y maravilloso, aunque inverosímil y extravagante».
Esta nueva publicación de la Poética responde, pues, al proyecto de instaurar la norma clásica como núcleo de aprendizaje y composición literarios para así evitar resultados desmedidos que no se guíen por el buen juicio ni constituyan el buen gusto literario. Dicho proyecto fue inaugurado en la España dieciochesca con la publicación en 1737 de la Poética de Ignacio de Luzán, cuya segunda edición corregida y ampliada vio la luz en 1789. La inclusión del clasicismo en el pensamiento teórico español se perpetúa y refuerza con las sucesivas publicaciones de obras como Compendio del Arte poética (1757) de Antonio Burriel, la traducción al Arte poética de Horacio por Tomás de Iriarte, que vio la luz en 1777, las reediciones de la Nueva idea de la tragedia antigua de Gónzalez de Salas en 1778, de las Tablas poéticas de Cascales junto con la poética horaciana en 1779, la publicación de las Instituciones poéticas (1791) por Santos Díez González, o la definitiva traducción al castellano de la Poética aristotélica, con nuevo texto, ahora sí, de José Goya y Muniain, aparecida en 1798.
La Poética de 1778 se publicó junto a la traducción latina y las anotaciones de Heinsius, las variantes de Duval y las notas de Charles Batteux, que el editor consideraba «conveniente poner». Resulta reseñable la presencia de las notas del erudito francés puesto que provienen de la traducción y de las notas que realizara a las cuatro grandes poéticas ―Aristóteles, Horacio, Vida y Boileau-Despréaux― publicadas en París en el año de 1771 bajo el título Les quatre poëtiques: d’Aristote, d’Horace, de Vida, de Despreáux, avec les traductions et des remarques par M. l’Abbé Batteux. Batteux fue reconocido como uno de los erutidos más relevantes de su tiempo por sus tratados sobre las Belles Lettres y el arte Les Beaux-Arts réduits à un même principe (1746), el Cours de Belles-Lettres, distribué par exercices (1747-1748) y los Principes de la littérature (1754). Esta última tuvo posteriormente especial relevancia para las letras españolas, siendo traducida por Agustín García de Arrieta entre 1797 y 1805. Batteux reflexiona sobre el concepto de imitación de la naturaleza como el fundamento de la creación artística, procedente del concepto aristotélico μίμησις [mímesis]. De este modo, el ideario crítico y teórico hispánico quedó revestido de una construcción académica cuyos referentes se encuentran en los autores y teóricos de la antigüedad.
En la presente edición, Flórez Canseco anuncia la próxima aparición de la reedición de González de Salas, así como de las obras de Francisco Cascales, declarando así un proyecto editorial que tenía por objeto ofrecer buenas ediciones de las obras más útiles a disposición del amplio público, así como de ejemplares de la poesía de los mejores poetas de las letras españolas.