Biblioteca de la Lectura en la Ilustración
Proyecto Admin
Identificación

Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo I

Juan José López de Sedano
1768

Resumen

Juan José López de Sedano (1729-1796) fue un autor neoclásico que, a pesar de haber escrito obras originales –entre las que destacan sus piezas dramáticas Jahel, Marta aparente y El desertor– y traducciones –como El misántropo, de Molière–, interesa por su labor como crítico e historiador de la literatura. En este ámbito su aportación más destacada la constituyen los nueve volúmenes del Parnaso español, publicados entre 1768 y 1778.

En el prólogo al tomo primero destaca la oportunidad de la obra como reunión de composiciones que ahonden en el buen gusto; alaba las lejanas recopilaciones de cancioneros que habían permitido conservar innumerables textos y lamenta su discontinuidad. Se marca como objetivo la recuperación de textos desconocidos o fundamentales y la fijación de modelos de buen gusto para el desengaño de autores contemporáneos, ello con el fin de que no continuara la perversión que, a su juicio, imperaba en las letras españolas.

Señala, igualmente, los criterios que sigue en la selección de textos: incluye composiciones originales de relevancia, traducciones importantes de obras de la Antigüedad, textos inéditos y rarezas bibliográficas, poesías incluidas en textos en prosa y fragmentos de poemas épicos, pues la dilatada extensión quedaba excluida del propósito del Parnaso. El autor no sigue ningún orden (ni siquiera cronológico) en la sucesión de composiciones; alega que los motivos son su variedad y la intención de apuntalar el buen gusto, aunque no parece que ese método se sostenga a pesar de los juicios críticos y bibliográficos añadidos al final y que intentan, según el compilador, subsanar esa falta.

Más interesante resulta el marco temporal en el que se centra: desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XVII, entendiendo que antes ya existían esas recopilaciones de cancioneros y romanceros y, después, la poesía castellana entró en decadencia, siempre según su punto de vista. Concede que incluirá algunas composiciones más allá de esos márgenes temporales.


Indica que incluiría el retrato de algunos autores y que la distribución de la obra sería en cuadernos para facilitar su adquisición, pero no pone en práctica ninguna de estas dos ideas en el tomo primero. Aunque en otros volúmenes de la colección sí adjunta algunos retratos, justifica que finalmente no dividiera la obra en cuadernos, ya al final del volumen, como un simple cambio de criterio.

La primera composición que incluye es la traducción que Vicente Espinel hizo del Arte poética de Horacio en 1591, defendiéndola en los juicios críticos que suceden a los textos. Esta inclusión le ocasionó una polémica con Tomás de Iriarte, que también hizo una traducción de la obra de Horacio, ya en 1777.

Tras el Arte poética horaciano insertó composiciones poéticas de Esteban Manuel de Villegas, Francisco de Quevedo, Juan de Morales, Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, Gregorio Morillo, Lope de Vega (con algunos textos de su heterónimo Tomé de Burguillos), Luis de Ulloa Pereira, Lupercio Leonardo de Argensola, Francisco de la Torre, Luis Martín de la Plaza, Cristóbal Suárez de Figueroa, Agustín de Tejada, Gregorio Hernández de Velasco (incluyendo traducciones de las Bucólicas de Virgilio), Cristóbal de Mesa (también traducciones del poeta romano), Bartolomé Leonardo de Argensola, Juan de Jáuregui (la traducción de la Aminta de Torquato Tasso), Alonso Ezquerra, Gaspar Gil Polo, Pedro Espinosa y Andrés Rey de Artieda.

Tras los textos aporta unos breves juicios críticos sobre ellos en los que ofrece algunos datos bibliográficos y justifica su inclusión en la antología.

Descripción bibliográfica

[López de Sedano, Juan José], Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos. Tomo I, Madrid: Joaquín Ibarra, 1768.
viii + 370 + xxxii pp.; 8º. Sign.: BNE 2/71370.

Ejemplares

Biblioteca Nacional de España

PID bdh0000254183

Bibliografía

Alonso, Álvaro, «Sedano, editor: la Epístola moral a Fabio», en Lara Garrido, José y Belén Molina Huete, eds., Estudios sobre la recepción y el canon de la literatura española, Madrid: Visor, 2013, II, pp. 101-114.

Alonso Cortés, Nicolás, «López de Sedano», en Sumandos biográficos, Valladolid: Librería Santarén, 1939, pp. 111-117.

Cáseda Teresa, Jesús Fernando, «Sedano polemista. Crítica y pendencias en la república de las letras», Berceo, 158, 2010, pp. 7-30.

Cotarelo y Mori, Emilio, Iriarte y su época, Madrid: Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1897.

Lopez, François, «La generación de 1780 y sus parnasos», Bulletin Hispanique, 109/2, 2007, pp. 709-746.

Mancini, Guido, «Lope de Vega en el Parnaso español», Revista de Literatura, XXIV/47-48, 1963, pp. 137-143.

Molina Huete, Belén, «La poesía del Siglo de Oro a la luz del Buen Gusto: el Parnaso español de López de Sedano», en Lara Garrido, José y Belén Molina Huete, eds., Estudios sobre la recepción y el canon de la literatura española, Madrid: Visor, 2013, II, pp. 39-100.

Palacios Fernández, Emilio, «Los poetas de nuestro Siglo de Oro vistos desde el XVIII», en II Simposio sobre el Padre Feijoo y su siglo (Ponencias y comunicaciones), Oviedo: Centro de Estudios del Siglo XVIII, 1983, II, pp. 517-543.

Pérez Cuenca, Isabel, «Recepción y transmisión de la obra literaria de los hermanos Argensola (siglos XVIII y XIX)», Argensola, 119, 2009, pp. 265-321.

Ruiz Pérez, Pedro, «La polémica entre Sedano e Iriarte: punta y raíz de la espina», Philologia Hispalensis, 33/2, 2019, pp. 51-70.

Sempere y Guarinos, Juan, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III, Madrid: Imprenta Real, 1789, V, pp. 126-128.

Urzainqui Miqueleiz, Inmaculada, «El Parnaso español en la historia literaria del siglo XVIII», Bulletin Hispanique, 109/2, 2007, pp. 643-684.

Cita

Juan José López de Sedano (1768). Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, Tomo I, en Biblioteca de la Lectura en la Ilustración [<https://bibliotecalectura18.net/d/parnaso-espanol-coleccion-de-poesias-escogidas-de-los-mas-celebres-poetas-castellanos-t-i> Consulta: 21/11/2024].

Edición

PRÓLOGO

Entre las obras que desean los hombres de gusto [1] y amantes de las glorias de la nación [2] no era la menos principal una selecta colección de poesías con la cual se pudiese formar un parnaso español no tan solo capaz de exceder a los modernos de las naciones vivas, sino de competir con los antiguos de Grecia y Roma.

Aunque son tan notorias a los estudiosos e inteligentes en este noble ramo de nuestra bella literatura las muchas preciosidades que atesoran las obras conocidas de nuestros más clásicos poetas para el cumplido desempeño de este vasto proyecto, pero no es menos profundo y rico el tesoro que yace confundido e ignorado, tanto en los mismos poetas conocidos, como en otros muchos que no han llegado a noticia aun de los más aficionados a esta casta de erudición, ya por lo raras que han hecho el tiempo y nuestra desidia las obras de nuestros más célebres autores en todas clases, ya —lo que es más cierto— por el poco aprecio con que generalmente se mira la erudición nacional, de que resulta la ignorancia de muchos ilustres escritores españoles y la indiscreta inclinación a los extranjeros. Sirva de ejemplo la Égloga de Ardelia [3], escrita por Juan de Morales, de cuyo poeta y de cuya pieza (que se incluye en este primer tomo) se puede asegurar que aun los más preciados de inteligentes en la materia estaban bien distantes de conocer, y por ventura es la mejor cosa que en su línea tenemos en castellano y que no se encuentra entre lo más acendrado de los griegos y latinos [4].

Efectivamente, la falta de esta obra es una de las muchas desgracias que padecemos en materia de nuestra literatura y no pequeña prueba del abandono con que hemos mirado hasta aquí los asuntos que nos pudieran dar más gloria, pues siendo un proyecto deseado —y aun intentado— y prometido por tantos, no le hemos visto llegar a efecto hasta el presente por ninguno [5]. Los cancioneros antiguos [6] son, a la verdad, unos tesoros preciosísimos, a los cuales debemos la noticia y la conservación de las obras de muchos poetas de los primeros siglos, de que sin su auxilio careceríamos irremediablemente. A estos se agregan los romanceros [7], colecciones también muy apreciables en su especie que, con este u otros diversos títulos, han recogido y publicado sus autores, de que tenemos abundante número y a cuya clase se debe agregar el Tesoro de la divina poesía por Esteban de Villalobos, impreso en Toledo en 1587. Pero en los tiempos posteriores, en que se incluye el Siglo de Oro de nuestra poesía, no tenemos colección alguna que merezca este nombre [8].

Pedro Espinosa, natural de Antequera y uno de los buenos poetas de su tiempo, fue el único que empezó a promover este designio, entresacando con delicado gusto y elección algunas piezas exquisitas de los poetas más clásicos ya conocidos y otras inéditas, y entre ellas algunas suyas, y formando de todas su libro, que intituló Primera parte de las flores de poetas ilustres castellanos, impreso en Valladolid en 1605. Pero ni por otro se ha continuado después este gran pensamiento, pues aunque no nos faltan algunos volúmenes de poesías recogidas de algunos versificadores modernos, su poca consecuencia no las ha hecho dignas de que pase a la posteridad su memoria ni que se dé aquí más individual noticia de ellas.


Para la que necesita el público de la presente colección basta advertir que en ella se le proporciona un cuerpo de las mejores poesías castellanas, que en adelante pueda servir de modelo para fijar el buen gusto de la nación sobre esta parte de nuestra bella literatura en todas y en cada una de sus especies, en el cual los ya envejecidos en los abusos de su práctica conozcan los desórdenes a que les conduce su ignorancia y falta de reglas y principios [9] con una clara idea de lo que es verdadera poesía, y los jóvenes, en quienes todavía llega a tiempo el desengaño, tengan un dechado con que regular la imitación. Sobre todo, se hará patente el verdadero mérito de algunos famosos poetas que, aunque tan conocidos del público, lo son, por desgracia, por lo peor y más despreciable de sus obras, y de otros muchos absolutamente ignorados.

A este fin abraza el presente proyecto todas las especies y calidades de poesías de moderada extensión, y en su consecuencia se insertarán las piezas originales más sobresalientes que se encuentran y en que abundan nuestros más clásicos poetas castellanos. Asimismo, se insertarán las mejores versiones [10] de las más célebres obras de la antigüedad sagrada y profana. No hay, por decirlo de una vez, poeta famoso de los griegos y latinos de que no tengamos excelentes traducciones y, de algunos, copiosamente multiplicadas. Igualmente, se incluirán muchas poesías inéditas de ingenios de gran mérito y otras que, aunque han sido impresas, lo raras y desconocidas las puede hacer pasar por originales. También se insertarán no pocas piezas poéticas muy dignas que se hallan derramadas y confundidas en una gran multitud de obras prosaicas de autores muy clásicos y mucho más ignoradas que todas las antecedentes. Últimamente, aunque repugna a la institución de este proyecto la inserción de los poemas épicos de dilatada extensión, no repugna la que se ejecutará de algunos notables y sobresalientes pasajes de las más acreditadas obras de esta especie.

No se ha propuesto método alguno en cuanto a graduación de autores u orden de materias porque cualquiera que se quisiese seguir sería molesto y, tal vez, insoportable en una obra en que la variedad y diferencia deben constituir su perfección y excitar la curiosidad y el buen gusto. Tampoco se sigue el orden cronológico [11] de nuestros poetas porque este no conduce cuando solo se busca el mérito de las obras. Sin embargo, la economía que se observará en cuanto a la colocación de las piezas y el catálogo bibliográfico que se dará al fin de la colección recompensarán ambas faltas [12].

Bajo estos supuestos se deja entender que la presente colección no comprenderá desde el primer origen de la poesía castellana. Ancho campo nos presentaban cinco siglos y medio que cuenta de antigüedad justificada y, en ellos, cerca de mil y trescientos poetas castellanos desde Gonzalo de Berceo, monje del monasterio de San Millán, el poeta más antiguo de que tenemos noticia, que vivía por los años 1211 y, si creemos a don Nicolás Antonio, cerca de los años 1080, en tiempo del rey don Alonso el VI [13]. Este proyecto adoptaron algunas personas eruditas que empezaron a trabajar una colección semejante a la mitad del presente siglo [14], pero ahora ha parecido más conveniente tomar para la elección de los poetas la época del Siglo de Oro de nuestra poesía, esto es, desde principios del XVI, en que Boscán y Garcilaso introdujeron en ella el buen gusto, sacándola de su antigua rudeza, hasta mediado el siglo XVII, sin que por esto se desechen algunas piezas excelentes de poetas anteriores a Garcilaso, como, asimismo, de algún otro desde mediado el siglo pasado —época infeliz de la decadencia de nuestra poesía y nuestra literatura— hasta el presente como principio del restablecimiento de una y otra.

Para mayor realce de esta colección se irán incluyendo a la cabeza de sus poesías los retratos de los poetas que se pudiesen adquirir, circunstancia que recomienda en cierto modo los escritos y da un nuevo lustre a los autores.


Ocioso es detenerse a ponderar otras utilidades y conveniencias que puede traer la presente obra. Este es uno de aquellos proyectos que ellos mismos entran desde luego recomendándose a sí propios y captando el aplauso común. Los hombres verdaderamente eruditos no miran la poesía como solo el aspecto de un mero ramo de la literatura, sino también respecto a ser la llave que ha dado entrada al buen gusto de esta en todos los siglos y en todas las naciones. La restauración de las letras ha empezado siempre por la poesía, como al contrario su decadencia y ruina ha tenido su principio en ella. Por eso debemos lisonjearnos de no estar ya muy lejos aquellos tiempos felices en que vuelvan a verse una y otra en el aumento y auge a que las conduzca el restablecimiento del buen gusto en todas las artes y ciencias.

Se ha tenido por conveniente dividir la colección en cuadernos sueltos para hacer más benigno e insensible su coste al público, de manera que puedan formarse sucesivamente un razonable número de volúmenes que comprenderá y puedan todo género de personas, de cualquier clase y posibilidad, adquirir este tesoro que yacía oculto y confundido, y al que con libertad y con razón pueda dar el título de Parnaso español.

  1. Una de las expresiones más frecuentemente empleadas por los renovadores neoclásicos fue la de buen gusto aplicada al arte y a la literatura. Fueron muchas las obras que se escribieron en la época censurando determinadas prácticas literarias y alabando otras, así como también es abundante la bibliografía generada en torno al tema. En definitiva, «el canon del buen gusto se entendía como ese conjunto de obras que respetaba los preceptos clásicos» (López Martín, Ismael, «La valoración ilustrada del teatro del Renacimiento», en Teijeiro Fuentes, Miguel Ángel y José Roso Díaz, eds., El teatro en tiempos de los Austrias mayores. Estudios dedicados al Profesor Jesús Cañas Murillo, Madrid: Ediciones Clásicas/Ediciones del Orto, 2020, p. 100).
  2. Una de las polémicas literarias que más trascendencia tuvo fue de corte internacional, pues en ella intervinieron intelectuales de distintas potencias europeas defendiendo las letras patrias y atacando las extranjeras con un afán de reafirmación de los valores nacionales y de las capacidades artísticas y literarias frente a terceros. Especialmente duras fueron las críticas contra las aportaciones españolas al arte, que provenía, sobre todo, de Francia a partir de célebre artículo «Espagne» de Nicolas Masson de Morvilliers. Salieron a la palestra autores tan importantes como Vicente García de la Huerta, Blas Nasarre, Juan Pablo Forner o Agustín de Montiano, quienes, además de antólogos y colectores, valoraron la literatura española frente a las injerencias foráneas.
  3. Fue publicada en la Primera parte de las Flores de poetas ilustres de España, compilada por Pedro Espinosa y dada a la estampa en 1605.
  4. Precisamente su cercanía con las Bucólicas del poeta latino Virgilio ha sido señalada por Arcaz Pozo, Juan Luis, «Síntesis y evocación virgiliana en la Égloga de Juan de Morales (1605)», Analecta Malacitana, 28, 2010, pp. 71-96.
  5. La Historia literaria de España de los Mohedano no alcanza la idea de Sedano. Es un monumento a la crítica de la literatura antigua del territorio peninsular español, pero muy alejada cronológicamente —a pesar de tantos volúmenes— de lo que puede llamarse literatura española, pues concluye con la Farsalia de Lucano, del siglo I.
  6. Recuérdense, en este punto, el Cancionero de Baena, el Cancionero de Estúñiga, el Cancionero de Palacio o el Cancionero General de Hernando del Castillo, entre otros. Algunos recopilaron textos no castellanos, como el Cancionero de Ajuda o el Cancionero Colocci-Brancuti.
  7. El Libro de los cincuenta romances, el Cancionero de romances de Martín Nucio o la Flor de varios romances nuevos de Pedro de Moncayo son algunos de los más conocidos.
  8. Es cierto que durante el siglo XVII hubo pocas colecciones, pero alguna se imprimió, como las Maravillas del Parnaso y flor de los mejores romances graves, burlescos y satíricos que hasta hoy se han cantado en la corte de Jorge Pinto de Morales o la Primavera y flor de los mejores romances de Pedro Arias Pérez.
  9. A la estética barroca se le afeó, desde la perspectiva neoclásica, su escaso seguimiento de las preceptivas clásicas, particularmente de la Poética de Aristóteles.
  10. Hay una conciencia crítica del compilador y un afán por ofrecer al lector un texto canónico siguiendo algo que nos recordará al codex melior.
  11. Fue el utilizado por los Mohedano y por la mayoría de los antólogos y colectores de la Ilustración. En contra de lo que sostiene Sedano, el criterio cronológico no tiene por qué contravenir la constitución de un canon.
  12. La inclusión de índices y otros paratextos mejoran la experiencia de lectura y enriquecen las posibilidades de consulta, pero no justifica la ausencia de un claro criterio metodológico de selección y ordenación de textos.
  13. Nicolás Antonio afirma que Gonzalo de Berceo floreció bajó el reinado de Alfonso VI, en torno al año 1080, en su Biblioteca Hispana Antigua o de los escritores españoles que brillaron desde Augusto hasta el año de Cristo de MD: «Floruisse autem Gundisalvum sub Alphonso VI. Rege circa annum MLXXX. ex relatione ad nos ab eodem monasterio transmissa notum facimus» (Antonio, Nicolás, Bibliotheca Hispana Vetus, sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi MD floruerunt, Madrid: Viuda y Herederos de D. Joaquín Ibarra, 1778, II, pp. 4-5).
  14. Alusión a la incompleta Historia literaria de España de los Mohedano.