El prólogo del tomo quinto se divide en dos partes bien diferenciadas: el tema de las composiciones poéticas que incluye el volumen y la novedad sobre la incorporación de notas aclaratorias.
Por un lado, Sedano explica que el tomo contiene textos de poesía mística, la cual ha considerado separar del resto para no mezclarla con la profana debido a los asuntos diferentes que se abordan o tratan en ella y, también, por su abundancia. A lo largo de todos los prólogos del Parnaso el compilador insiste en algunas ideas recurrentes: el éxito de la obra, su utilidad, la dificultad de encontrar materiales, los criterios de inclusión de las traducciones, la grandeza de los poetas de la nación y la ingente cantidad de textos existentes, entre otras.
Son interesantes dos valoraciones del riojano a propósito de la poesía sagrada. Por un lado, entiende que todos los grandes vates de la nación practicaron esta especie lírica (afirmación que no es real, aunque sí una tendencia muy extendida). Por otro, retoma los criterios ecdóticos del prólogo al tomo cuarto, pero de una manera mucho más sutil: admite que, como editor, podría haber intervenido más en este volumen, pero concede que no lo hace para cumplir con sus principios, que defienden «dejar intactos el estilo y carácter de los poetas» para mostrar, así, su genio y maestría en la lengua castellana.
El segundo asunto del que se encarga el compilador es el de la anotación de los textos. Se apunta en el estudio de prólogos a tomos anteriores que se echaban en falta algunas indicaciones sobre los textos que pudieran aclarar determinados significados. A partir del tomo quinto —apunta Sedano— las incluye en el apartado destinado a las erratas. Aunque no se hubiera tratado de un aparato crítico, lo cierto es que el colector no desarrolla demasiado esta propuesta, que hubiera enriquecido la magna obra. Esta es, sin embargo, una apreciación hermenéutica actual, pero en el plan editorial de Sedano no se incluía ese afán de erudición por considerarlo complicado de abordar para una sola persona y que se asemejaría a los denostados lexicones.
El compilador asume que las primeras versiones de las magnas obras no pueden ser perfectas, aunque defiende su planificación y ejecución meditadas.
Tras el prólogo se incluyen las noticias biobibliográficas de los siguientes poetas del tomo V: fray Luis de León, Gregorio Hernández de Velasco, Alonso de Ledesma, Bernardino de Rebolledo y fray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga. Tras estas, composiciones de fray Luis, Bartolomé Leonardo de Argensola, Hernández de Velasco (una traducción de Sannazaro), Ledesma, Pedro Espinosa, Rebolledo, Miguel Sánchez, Francisco de Quevedo, Ignacio de Luzán (una traducción de santo Tomás de Aquino), Cristóbal de Villarroel, Paravicino (incluyendo una versión romanceada de la secuencia del Santísimo Sacramento), Bartolomé Cairasco de Figueroa y Agustín de Tejada.
Ponen fin al volumen los comentarios sobre las composiciones y la fe de erratas.