Este tomo IV de la Historia literaria de los Mohedano se abre con un «Prólogo» en el que resaltan el éxito de su obra basándose en la buena acogida y en la protección del rey y de los intelectuales. A partir de ahí, se centran en hacer una caracterización de los críticos. Destacan, en primer lugar, a los que solo critican; en segundo lugar, a aquellos que advierten algunos yerros y se consideran censores de métodos y estilos de obras que se considerarían difusas. Estos críticos de profesión observan los muchos defectos ajenos y los muchos aciertos propios, lo que sin duda lleva a una subjetividad que es criticada por los franciscanos.
Estos recomiendan que los críticos deben tanto agradarse tanto con ensalzar las virtudes de los autores como con señalar las imperfecciones. Tras esto anuncian un listado de críticas hacia quienes no siguen esa doctrina y advierten de que ello está relacionado con la corrupción del corazón. Buena parte de este paratexto se dedica a los Balbos, de quienes no solo alaban la calidad de sus escritos, sino que también justifican su interés a partir de su vida militar. Teniendo en cuenta el sentido laxo de literatura que tenían los Mohedano y que es previo a la concepción romántica —en la que estamos inmersos actualmente—, señalan:
Una historia de las letras debería pasar muy ligeramente sobre la vida civil y demás sucesos de los literatos.
Mas, quien esto opone, manifiesta poco gusto en la historia literaria. Todos los que son verdaderamente aficionados a este género de estudio desean con ansia saber no solo la calidad de los escritos, sino las particularidades de los autores. Su genio, su carácter, el papel que hicieron en la república, su felicidad o desgracia, su familia y todo lo que tiene conexión con los hombres sabios interesa sumamente a los que tienen gusto en la historia literaria.
Tras el «Prólogo» se incluye una «Nota» aclaratoria y un «Índice» de los contenidos del tomo, que se refieren al libro VIII del plan general de la obra. Se divide en dos partes, una primera relativa a la vida y hechos de los Balbos y otra a asuntos relacionados con España, pero que poco tienen que ver con lo que hoy entendemos por literatura: comercio, economía, marina, actividades agrarias, etc. Entre una y otra se incluye la disertación XI, que aborda algunas de esas cuestiones.
Finaliza el tomo con la fe de «Erratas» y el «Índice de las cosas notables» que contiene el volumen.